Hace 20 años cambió la historia de España. Íbamos camino de ser la potencia dominante del Mediterráneo, y hoy somos la nada en política internacional. Íbamos camino del pleno empleo, y hoy volvemos a tener una economía de pandereta dependiente del exterior. Habíamos ilegalizado al brazo político de ETA, y hoy ETA manda en el gobierno de España. Teníamos a punto un Plan Hidrológico Nacional que permitiera desarrollarse a todo el país, y hoy hemos vuelto a ser un reino de taifas donde cada autonomía solo piensa en su cortijo. España volvía a resurgir y a ocupar un puesto en el mundo.
Pero los enemigos de España se pusieron manos a la obra. Los enemigos de dentro: ETA, el separatismo catalán y su aliado de siempre, el PSOE. Y los enemigos de fuera: Francia, Marruecos y el Reino Unido. Todos unidos en una siniestra alianza que mató a 191 personas para cambiar el gobierno y llevar al poder a Zapatero, el personaje más abyecto que hemos conocido en décadas, con permiso de Pedro Sánchez. Esa es la historia del PSOE, una mezquina competición por ver quién traiciona más a España, quién roba más y quién miente con más descaro.
¿Os habéis dado cuenta de que el PSOE siempre llega al poder mediante el crimen y la mentira? En 1982, tras el fraude del autogolpe de estado de Tejero. En 2004, gracias al atentado del 11-M y al mayor proceso de manipulación informativa jamás contado. En 2018, pactando con ETA, los comunistas y Esquerra la impunidad de los terroristas y los sediciosos. No contentos con provocar la guerra civil, los socialistas se levantan cada mañana intentando superarse en putrefacción moral y en traición.
Esa España que empezaba a levantarse desapareció. Y, desde entonces, la decadencia no ha parado. Estatuto catalán, caída de la economía, pérdida de relevancia internacional, persecución y estigmatización de la derecha, legalización y blanqueamiento de la ETA y, sobre todo, un repugnante y pestilente proyecto de ingeniería social que ha convertido a la sociedad española en una masa aborregada capaz de mirar para otro lado cuando han matado a 191 españoles para cambiar un gobierno.
Una sociedad dispuesta a tragar con cualquier moda con tal de que no la llamen facha. Una sociedad que acepta que se le lave el cerebro a sus hijos en la escuela con tal de que no les llamen fascistas. Una sociedad que es capaz de votar al político más traidor, sectario, mentiroso y embustero que ha visto Europa occidental en un siglo, como Pedro Sánchez. Una sociedad que ve cómo le roban la patria, la fe, la familia y el trabajo y, a cambio, solo le ofrecen conexión wifi de última generación, porno gratis y ofertas del Carrefour. Una sociedad que mira impasible cómo se degradan sus barrios, cómo nos invade Jovenlandia, y cómo los jóvenes caen en el relativismo, la degeneración, la promiscuidad y las drogas. Una sociedad que ha cambiado el crucifijo y la bandera por el porro y la raya de coca. Una sociedad que evangelizó el mundo y que ahora es la campeona de la indigencia mental, un país donde todo golfo tiene su asiento, donde se le extiende la alfombra roja a la inmundicia moral y donde cualquier ignominia será superada mañana por otra mayor.
A pesar de todo, sigo creyendo que España vive. Debajo de este estercolero del Régimen del 78, en el fondo de este basurero llamado monarquía constitucional, aún late la sangre que nos hizo grandes, todavía respira el ser de esa España eterna que sorprendió al mundo y que resurge una y otra vez, para frustración de sus enemigos.
A pesar de todo, España vive y vencerá. Porque somos españoles y no queremos ni podemos ser otra cosa. Porque la Historia no puede abandonar a la nación que civilizó a un continente y que dio la vuelta al mundo, recordando a los seres humanos que están hechos a imagen y semejanza de Dios.
Si España quiere suicidarse, nosotros lo evitaremos.
Con nosotros quien quiera. Contra nosotros, quien pueda.
Director y Presentador «En el Frente»
