Como en una batalla de gladiadores, Pedro Sánchez y su equipo, acompañados de sus fieles guerreros de la prensa comprada y afín al régimen dictatorial del «Puto amo», se enfrentan al final de sus fechorías. Este escenario recuerda a los gladiadores heridos en Roma, que, sabiendo que la muerte era inevitable y su victoria imposible, luchaban con toda su fuerza, alimentando el espectáculo para la multitud. Así actúa el peor presidente que ha tenido España, intentando perpetuar su circo político mientras su legado se desmorona.
El famoso decreto ómnibus que intentaron aprobar estaba plagado de medidas incoherentes, un cúmulo de propuestas imposibles de defender incluso para aquellos que buscan dividir y destruir España. Este decretazo, camuflado entre supuestas ayudas sociales y económicas, no era más que una cortina de humo diseñada para montar el circo mediático al que nos tienen acostumbrados. Los grandes medios, financiados con millones de euros de nuestros impuestos, han vuelto a actuar como cómplices, publicando titulares manipulados en portadas para distorsionar la realidad.

No ha sido el Partido Popular quien ha rechazado la subida de las pensiones, las ayudas a los afectados por la DANA, o los descuentos en transportes. De hecho, el Partido Popular ha propuesto, por urgencia, que el Gobierno elabore por separado las medidas relacionadas con las pensiones y las ayudas a los damnificados por la DANA, comprometiéndose a aprobarlas inmediatamente. Sin embargo, esta iniciativa será ignorada porque el objetivo de Sánchez no es solucionar los problemas reales de los españoles, sino generar crispación y seguir tratando a la población como si fuese incapaz de ver la manipulación detrás de su estrategia.
El único culpable de este nuevo fiasco es Pedro Sánchez y su Consejo de Ministros, que, de manera inmoral, incluyeron medidas como el control de las redes sociales, el silencio de los medios críticos, regalos discrecionales a ciertos colectivos y leyes que favorecen la ocupación ilegal de viviendas. Pero el afán de control de este Gobierno no se limita a las voces críticas: pretende someter a todos los poderes, incluidos los jueces, los medios de comunicación, las empresas privadas y cualquier institución capaz de cuestionar o limitar su poder absoluto. Estamos ante un intento deliberado de crear un régimen donde toda oposición sea silenciada y donde las instituciones dejen de ser independientes.

La intención de Sánchez era clara: presentar un decreto sabiendo que no sería aprobado para luego culpar a la oposición de su propio fracaso. Lo han hecho con titulares engañosos como “El PP paraliza la subida de las pensiones” o “Gracias al PP, las ayudas de la DANA no llegarán a Valencia”. Es una estrategia ruin, miserable, antidemocrática y propia de quien ha perdido todo escrúpulo.
La realidad es que este Gobierno ha demostrado no tener interés en España, en sus ciudadanos, ni en la verdad. Han perdido el apoyo de sus socios, no logran aprobar presupuestos y han hecho de la mentira una herramienta esencial de gobierno. La corrupción es su forma de vida, y el control de todos los poderes, su principal obsesión.

El rechazo del decreto ómnibus es un claro síntoma del final del sanchismo. La caída de Sánchez está cerca, y con ella se abre la posibilidad de recuperar una España que priorice la democracia, la transparencia y el bienestar real de su gente. La mentira y el abuso no pueden ser los pilares de un país que aspira a la grandeza.
La pregunta ahora es: ¿Cuánto más daño permitirán que cause antes de que finalmente caiga?