Los incendios en España han arrasado cientos de miles de hectáreas en cuestión de días, convirtiéndose en el peor desastre forestal de nuestra historia reciente. El Gobierno señala al cambio climático como culpable, mientras el campo clama que las prohibiciones ecologistas y la dejadez institucional son las verdaderas responsables de que el monte se haya convertido en un polvorín abandonado.
¿Por qué los incendios en España son cada vez peores?
La respuesta no está solo en las altas temperaturas ni en la falta de lluvias. Los incendios en España se agravan porque el campo está vacío, los ganaderos y agricultores son perseguidos por leyes que les prohíben limpiar, pastorear o mantener cortafuegos naturales. La burocracia impuesta desde los despachos ha convertido a los ecologistas de sillón en guardianes de una naturaleza que dicen proteger, pero que rara vez pisan cuando las llamas devoran pueblos enteros.
Incendios en España y un Gobierno que se lava las manos
Pedro Sánchez y su Gobierno siguen la misma estrategia de siempre: buscar culpables externos. Lo hicieron en la pandemia, lo hicieron con la DANA, lo hicieron con el volcán de La Palma, y ahora lo repiten con los incendios en España. Su mensaje es claro: “si necesitan ayuda, que la pidan”. Un Ejecutivo incapaz de asumir responsabilidades, que convierte cada catástrofe en un espectáculo mediático y cada tragedia en un discurso vacío desde la Moncloa.
Ecologistas de despacho y vecinos abandonados
Mientras los agricultores y ganaderos se juegan la vida para salvar lo poco que queda de sus campos, los ecologistas que dictan normas desde Madrid y Bruselas brillan por su ausencia. Son los primeros en prohibir, en sancionar y en criminalizar al campo, pero los últimos en aparecer cuando arde la sierra. Se les llena la boca de “amor a la naturaleza”, aunque en los incendios en España no se les ve apagando fuegos ni ayudando a los vecinos. En la práctica, su modelo de prohibiciones ha dejado los montes sucios, intransitables y condenados al fuego.
Incendios en España: lo que nadie quiere reconocer
El abandono rural, la despoblación y las restricciones absurdas han generado un cóctel mortal. Los incendios en España no son solo cuestión de clima: son el resultado de años de desprecio al campo. Se ha castigado a los que lo cuidan y se ha premiado a quienes lo utilizan como excusa política. Ahora, cuando el país se convierte en cenizas, el Gobierno improvisa ruedas de prensa, promete pactos que nunca cumplen y vuelve a mirar hacia otro lado.
¿Qué esperar a partir de ahora?
Lo que vendrá será lo de siempre: anuncios grandilocuentes, ayudas que nunca llegan y culpables inventados. Mientras tanto, los incendios en España seguirán siendo una amenaza constante porque nadie escucha a quienes realmente saben del monte: los agricultores, los pastores y los vecinos que llevan generaciones conviviendo con la tierra. Sin ellos, no habrá prevención posible.
Como aquel que prohíbe barrer su casa porque levanta polvo, y luego culpa al viento cuando la suciedad le ahoga.
Sánchez se presenta como bombero del planeta, pero en realidad parece más pirómano político: donde pisa, el fuego arrasa y la culpa siempre es de otro.
El monte no se quema solo; lo quema la mano del abandono
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