Las sombras del Sanchismo Sectario

Las sombras del Sanchismo sectario

Juan Lobato: una dimisión que destapa las sombras del sanchismo sectario

Juan Lobato, exsecretario general del PSOE en Madrid, ha renunciado a su cargo tras ser arrastrado por un escándalo que pone de manifiesto las dinámicas opacas y el férreo control que caracteriza al partido bajo el liderazgo de Pedro Sánchez. Su salida se produce tras la revelación de que registró en una notaría mensajes comprometedores sobre la filtración de documentos fiscales del caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Lo más llamativo es que estos mensajes, que apuntan a figuras clave del entorno de Moncloa, fueron depositados ocho meses después de haberlos recibido y no presentados ante la justicia, un hecho que refleja su falta de compromiso con la legalidad y una sumisión total a los intereses partidistas.

El caso de la pareja de Ayuso, centrado en el uso ilícito de información confidencial para atacar políticamente a la presidenta madrileña, evidencia cómo el PSOE ha dejado de lado los valores democráticos para convertirse en una maquinaria implacable de poder. En lugar de denunciar los hechos de forma inmediata, Lobato eligió proteger su posición dentro del partido, reforzando la idea de que en el sanchismo, la prioridad no es la justicia, sino la supervivencia política.

La dimisión de Lobato no es un acto de responsabilidad, sino una purga interna. La presión ejercida por Ferraz en menos de 24 horas lo obligó a ceder, demostrando cómo el PSOE maneja sus conflictos internos con una brutalidad que recuerda las dinámicas de las sectas. Quienes no se alinean con la narrativa oficial son eliminados sin contemplaciones, en una estructura donde la lealtad al líder es incuestionable y cualquier crítica se paga con el aislamiento o el descrédito.

Mañana, en el Congreso Federal del PSOE, se escenificará una vez más la veneración al líder en un ambiente más cercano a un ritual sectario que a un acto político democrático. Pedro Sánchez será exaltado como un líder infalible, en un acto coreografiado donde las críticas brillarán por su ausencia. Los asistentes celebrarán bajo un guion preestablecido, ignorando la corrupción y las polémicas internas, reforzando un sistema de obediencia ciega que prioriza el culto a la personalidad por encima del debate o la autocrítica.

La comparación entre el sanchismo y las sectas peligrosas no es gratuita. Ambas comparten un control absoluto del pensamiento, una exclusión inmediata de la disidencia y una maquinaria destinada a proteger al líder a cualquier precio. Las instituciones del Estado, diseñadas para salvaguardar la democracia, han sido transformadas en herramientas de control político, consolidando una estructura que asfixia la pluralidad y elimina cualquier oposición.

La secta del sanchismo ha alcanzado un control absoluto sobre las instituciones, actuando con una impunidad alarmante, sostenida por una población anestesiada que parece incapaz de reaccionar ante la erosión de los principios democráticos. En este escenario, solo la justicia tiene la capacidad de frenar esta deriva autoritaria. Si los tribunales no intervienen con firmeza, el sanchismo continuará ampliando su dominio, sacrificando la transparencia y la ética en su camino hacia el poder absoluto.

La dimisión de Lobato no es un capítulo aislado, sino una advertencia. Refleja un sistema profundamente corrompido pone en peligro la credibilidad del PSOE.

Ahora, la pregunta clave es: ¿será capaz la justicia de detener esta maquinaria antes de que sea demasiado tarde?

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