En esta segunda entrega de Conociendo la España Vaciada en Diálogo Digital, continuamos nuestra travesía por los rincones olvidados de nuestra geografía. Tras haber visitado la localidad de Torrejoncillo del Rey en Cuenca, nos adentramos ahora en un lugar cargado de historia y misterio: el poblado de Oreja, en Ontígola, Toledo. Un paraje donde el tiempo parece haberse detenido, cuyas piedras y ruinas narran batallas, conquistas y pactos que marcaron un antes y un después en la historia de la Reconquista española.
Oreja: Más que un Castillo, un Testigo Silencioso de la Historia
El pequeño poblado de Oreja, situado sobre un risco que domina el río Tajo, fue en su día un enclave estratégico de gran importancia. Hoy, las ruinas del Castillo de Oreja se alzan como un símbolo de resistencia y control militar durante el período medieval. Este castillo fue testigo de numerosos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos, incluyendo la significativa Batalla de Uclés en 1108, que selló su destino temporalmente en manos musulmanas.
La Reconquista y el Fuero de Oreja: Un Documento Clave

El punto de inflexión para Oreja llegó en 1139, cuando el rey Alfonso VII de León conquistó el castillo tras seis meses de asedio. Para consolidar el control cristiano y fomentar la repoblación, el monarca otorgó el Fuero de Oreja, un documento que ofrecía libertades y privilegios a quienes se asentaran en la villa. El fuero garantizaba la inmunidad de los nuevos pobladores frente a las autoridades, permitía el comercio libre, y ofrecía recompensas como un maravedí a quien matara a un lobo. Esta medida alentó el crecimiento y la defensa de este importante enclave.
El Castillo de Oreja: Una Fortaleza de Leyenda
Aunque hoy el Castillo de Oreja está en ruinas, su antigua fortaleza sigue siendo impresionante. Construido por los musulmanes sobre un asentamiento romano, la fortaleza se erige sobre un acantilado estratégico que controlaba el paso natural del Tajo.
Los restos que se conservan nos permiten vislumbrar su antiguo esplendor, desde las robustas murallas hasta los vestigios de su iglesia interior.

Durante el reinado de Alfonso VIII, el castillo fue cedido a la Orden de Santiago y desempeñó un papel clave en la defensa cristiana durante la Reconquista. Posteriormente, con la paz relativa de la región, la fortaleza perdió importancia y cayó en el olvido.
Un Poblado Abandonado, un Testigo del Pasado
Con el tiempo, el poblado de Oreja se fue despoblando a favor de localidades más accesibles, como Aranjuez y Ontígola. Hoy, sus ruinas —viviendas, bóvedas y aljibes— evocan la vida que floreció en este lugar. Las tierras de cultivo que rodeaban la villa aún muestran las huellas de lo que en su día fue una próspera comunidad agrícola, dedicada a la producción de trigo, cebada, vino y aceite.
Acceso a las Ruinas: Un Viaje para los Aventureros

Para aquellos que deseen aventurarse a conocer este lugar histórico, es importante tener en cuenta que el acceso a las ruinas de Oreja no es sencillo. Llegar hasta la falda del castillo implica recorrer caminos poco transitables para vehículos convencionales, y el ascenso hasta el poblado debe realizarse a pie o en bicicleta.
Esto lo convierte en una ruta perfecta para los amantes del senderismo y la MTB (Mountain Bike), quienes pueden disfrutar de una ruta única que incluso puede iniciarse desde Aranjuez, añadiendo un atractivo adicional al recorrido.
La belleza agreste del entorno, la conexión con la historia y el desafío de la caminata hacen que la visita a Oreja sea una experiencia inolvidable para los exploradores más intrépidos.
Una Aventura Histórica en la España Vaciada
Este recorrido por Oreja nos invita a reflexionar sobre el impacto del paso del tiempo en las poblaciones rurales. Aunque hoy el castillo y el poblado se encuentran deshabitados, su historia sigue viva en los documentos, en las piedras y en las leyendas que perviven en la memoria colectiva. En Diálogo Digital, nuestro objetivo es rescatar estos rincones olvidados y devolverles su voz, recordando que la España vaciada está llena de secretos y rincones que merecen ser descubiertos.