La corrupción del PSOE ya no puede ocultarse: rodea a Pedro Sánchez desde dentro. Su hermano, David Sánchez, imputado; su esposa, Begoña Gómez, bajo investigación; Santos Cerdán en prisión preventiva; Koldo García imputado; José Luis Ábalos, vinculado a adjudicaciones irregulares; Miguel Ángel Gallardo intentando aforarse; altos cargos en ADIF, Carreteras y Puertos del Estado bajo lupa; y la presidenta del Congreso teniendo que justificarse por las mascarillas defectuosas. Todo esto sin olvidar la sonada dimisión de Paco Salazar. Mientras tanto, Yolanda Díaz sube al Congreso a hablar de ética sin abandonar el Gobierno que legitima este sistema. ¿Drama? No: es la peor comedia política imaginable.
Corrupción del PSOE: discursos huecos mientras la legislatura se tambalea
“Gobernar no es resistir, es transformar”, proclamó Díaz. Pero mientras lo decía, respaldaba un Ejecutivo envuelto en la corrupción del PSOE. Su estrategia: atacar al PP por la Gürtel mientras ignora a Ábalos, Cerdán y los suyos. Su mensaje es claro: se puede gritar “cambio” sin dejar de tocar el piano corrupto.
Corrupción del PSOE: Díaz sigue en clave de incoherencia
Presentar medidas anticorrupción tiene mérito, pero si vienen de dentro del sistema… pierden cualquier valor. La única pauta que mostrase coherencia sería dimitir o romper el Ejecutivo. Pero no: Díaz prefiere quedarse en la poltrona mientras señala con el dedo. Otra dosis de hipocresía.
Corrupción del PSOE: Rufián lo confirma: Sánchez está “tocado”
Gabriel Rufián, portavoz de ERC, expresaba en pasillos del Congreso su preocupación: vio “a un presidente tocado” y alertó: “la izquierda tiene que aprovechar el tiempo que nos queda, porque no sé cuánto nos queda”.
Un voto de confianza tibio: “no se puede tumbar al Gobierno con lo que hay sobre la mesa”, pero si aflora más corrupción, pedirá elecciones. ¿Cuánta corrupción es aceptable para él?
Ese aviso confirma lo evidente: mientras la corrupción del PSOE siga creciendo, este Gobierno seguirá vivo por conveniencia, no por confianza democrática.
🔗 Corrupción del PSOE: uso político de un presidente débil
Rufián y sus pares usan a Sánchez como un muñeco político: no les interesa un Presidente fuerte que imponga transparencia o convoque elecciones. Lo que les interesa es un Ejecutivo débil que sirva de paraguas para sacar beneficio para sus escaños, presupuestos y cuotas institucionales. Así funciona la cohabitación tóxica en plena cloaca socialista.
Corrupción del PSOE: agotamiento ciudadano y pactos invisibles
El último CIS deja todo claro: el PSOE sufre un derrumbe, su voto femenino lo abandona, y los ciudadanos sitúan la corrupción del PSOE como principal preocupación (más incluso que el paro). Y mientras tanto, Rufián pide aprovechar “lo que queda” mientras puede.
La pregunta es evidente: ¿quién pacta bajo la mesa contabilidades opacas?
La regeneración exige ruptura, no teatro
No basta con señalar. No basta con hablar de «luchas sociales» mientras se firma un BOE con corruptos.
Si Yolanda Díaz, ERC, PNV y compañía no exigen la expulsión de implicados y la convocatoria de elecciones, serán todos cómplices conscientes de la corrupción del PSOE.
Y mientras Sánchez siga “tocado” y aprovechado, el teatrillo continuará, el Gobierno seguirá en funciones y España seguirá fragmentada con la complicidad de quienes deberían regenerarla.
Corrupción del PSOE: ¿Quién ganará con la caída?
Si algo ha dejado claro este ciclo político es que la corrupción del PSOE no solo erosiona a su propio partido: contamina a todo el sistema institucional.
Cada día que pasa sin dimisiones, sin comisiones de investigación eficaces y sin elecciones anticipadas, se refuerza la idea de que la regeneración es una excusa más para ganar tiempo.
¿Y quién se beneficia? Los partidos minoritarios que siguen cobrando cuotas a cambio de sostener a un presidente débil, y una oposición que no necesita hacer nada: solo esperar a que el castillo socialista se derrumbe solo.
Por eso Sánchez resiste. Por eso Díaz no se va. Porque saben que en otro Gobierno no se verán. No volverán a tocar el poder si no es en este reparto viciado, con apoyos comprados y una España partida.
La gente ya no cree en discursos, cree en hechos. Y los hechos son: corrupción, silencio, complicidad y arrogancia.
El tiempo de las palabras se ha acabado. La pregunta ya no es si hay que cambiar de Gobierno, sino cuándo se atreverán a dejarlo caer quienes lo sostienen con una mano mientras con la otra siguen cobrando.
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