El Juego Cruel del Divorcio: Cuando los Hijos se Convierten en Rehenes Emocionales

El Juego Cruel del Divorcio: Cuando los Hijos se Convierten en Rehenes Emocionales
Marien Viyella. 
Psicóloga Forense

Marien Viyella

Psicóloga Forense

¿Por qué utilizar a los hijos como arma arrojadiza en conflictos de pareja?

Me pregunto, ¿por qué las personas, cuando se encuentran en un conflicto de pareja, utilizan como arma arrojadiza a los hijos? Es una pena que seres humanos adultos no sean capaces de separar la ruptura sentimental del derecho de ser hijo, simplemente hijo de ambos progenitores. Un niño o joven necesita estabilidad, aprender desde niño a gestionar sus emociones y no tomar decisiones en temas que no son de su competencia.

Padres ausentes y buenos vínculos familiares

Usos de los niños en el divorcio

Es cierto que existen padres o madres que jamás han ejercido como tal y han sido capaces de abandonar a sus hijos, inclusive estando viva aún la familia no se han ocupado afectivamente del cuidado de estos. Pero donde quiero incidir en este artículo es en aquellos casos donde ha existido un buen vínculo familiar y donde se ha desarrollado un apego fuerte de los hijos con ambos padres durante muchos años.

Motivos de separación y su impacto en los hijos

Uno de los casos que se dan con frecuencia es cuando llega un día en que uno de los progenitores decide comunicar al otro su deseo de separación. Los motivos pueden ser variados: desde una tercera persona que ha irrumpido con fuerza en su vida, puede ser fruto del desgaste de la relación motivado por pequeñas discusiones frecuentes, la confrontación por el carácter, falta de motivación e ilusiones conjuntas de futuro, problemas económicos o muchos otros elementos desencadenantes, inclusive varios a la vez.

De todas formas, no es admisible hacer partícipe a los hijos de esta conflictividad. No es saludable compartir con los hijos todas las barbaridades que se hayan podido decir entre los cónyuges. Cuando las personas se ofuscan pueden decirse palabras o frases que no deberían trascender a los menores. Tampoco una discusión entre dos adultos se puede llamar «maltrato».

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Proteger a los hijos de los conflictos de pareja

Está claro que las personas en estados emocionales con elevado estrés no son capaces de un raciocinio objetivo y equilibrado. Debemos proteger a nuestros hijos de la problemática íntima de pareja. Si acaece una separación, siempre es difícil de aceptar principalmente por el que tiene el rol del “dejado”. Y el que decide, “el decisor”, suele tener el peso de la situación, es el “instigador, el enemigo”. Por tanto, el “abandonado” tiene el poder de no contaminar a sus hijos con sus emociones negativas de dolor, odio, rencor, incomprensión, tristeza, ira y toda esa agresividad contenida que se quiere lanzar contra el que se va.

Continuamente, en procesos de familia, me encuentro con estas situaciones. Los niños se encuentran confundidos, abrumados, teniendo que inclinarse por un lado de la balanza. Llega un momento en que pueden ser abducidos por una de las partes y no saben ser objetivos con el otro progenitor.

Consecuencias de la manipulación emocional

Uso de los niños ante una ruptura de pareja

El “dejado” que está pasando por un vaivén de emociones altamente contaminantes se las traslada a los hijos, que finalmente ven en “el decisor de la ruptura” como un enemigo. Ven a esta persona ya no como padre o madre, sino como el «destructor» que ha acabado con su familia, con su estabilidad familiar. Normalmente, los hijos apoyan al que parece el débil, es decir, al “dejado o dejada”, sin darse cuenta de que quien ha tomado la decisión de separarse ha tenido que ser en muchas ocasiones muy razonada; y porque en muchas ocasiones el proceso de duelo se vivió durante la convivencia.

En otros casos, puede ocurrir que haya sido el “decisor o decisora” de la ruptura haciéndose el damnificado, quien arremete con el “dejado” y manipule a los hijos para su conveniencia económica.

Factores que motivan los conflictos graves

Uno de los factores clave que mueven la motivación de estos graves conflictos es precisamente el interés económico, seguido del ego, el atentado a la autoestima, los celos, el desamor y la venganza. Es muy triste que en todos estos hechos salgan malparados los menores.

Estos progenitores que lanzan todo su odio enfrentando a sus hijos con la otra parte no están siendo conscientes del daño emocional y psicológico que para toda la vida están causando a sus niños.

La necesidad de proteger a los menores

Si han existido terceras partes para que uno de los progenitores tomara la decisión, no es un motivo que dar a los hijos para odiar al padre o la madre que decide divorciarse. Las relaciones nacen, se desarrollan, prosperan para siempre o terminan en ruptura. Es una decisión que solamente corresponde a ambas partes adultas y que los hijos no deben ser manipulados en contra de ninguno, sino ha habido hechos objetivos de gravedad que obliguen a un distanciamiento de los menores como medida de protección.

En los procesos de familia, los profesionales que intervenimos, así como los jueces y fiscales, deben mirar siempre dando prioridad al bienestar de los menores.

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Derechos de los niños y el rol de los progenitores

Por tanto, los niños tienen derecho a disfrutar por igual de ambos progenitores en la medida del tiempo de cada uno y siempre que ambos padres sean competentes y equilibrados. El padre o madre que se siente frustrado por la separación no obra bien hablando mal a sus hijos de su expareja. No es consciente del daño tan grande que está ocasionando a los menores. El aprendizaje durante la crianza familiar es fundamental para el futuro de todo ser humano. Muchos de los problemas en la edad adulta vienen derivados de las experiencias durante la niñez y adolescencia.

La importancia de aceptar y aprender de las situaciones difíciles

Desgraciadamente, este alejamiento de la realidad, esta pérdida de objetividad de la situación, este olvido del sentimiento de seguir queriendo a ambos padres, hace que los hijos estén alienados e influenciados cortando radicalmente la relación con uno de sus padres.

Seamos conscientes de nuestra realidad, aceptemos las situaciones terribles de la vida, no mezclemos a nuestros menores con nuestros demonios mentales, dejemos vivir y vivamos, aceptemos los conflictos, seamos fuertes para continuar aprendiendo a desapegarnos del pasado. Muchas personas pueden pasar por nuestras vidas y no todas llegan para quedarse. No podemos atar a nadie a nuestro lado. Además, los hijos podrán juzgar por sí solos el día de mañana, es importante no robarles su libertad de pensamiento individual.

Una de las frases que siempre digo: “de todo se sale”. Sed fuertes, echad valor a la vida, sacar la maldad de los corazones y pensar en vuestro mejor regalo que son vuestros pequeños.

Marien Viyella. Psicóloga Forense
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