PSICOLOGÍA y POLÍTICA, DOS CIENCIAS QUE SE ATRAEN MUTUAMENTE

PSICOLOGÍA y POLÍTICA, DOS CIENCIAS QUE SE ATRAEN MUTUAMENTE

La psicología analiza las motivaciones, emociones y comportamientos humanos que influyen en las decisiones políticas. Asimismo, la psicología política es una subdisciplina de la psicología que se ocupa de las interacciones y relaciones de mutua influencia entre las instituciones políticas y el comportamiento de los ciudadanos.
La realidad del ciudadano tomando decisiones políticas es compleja y resulta de la interacción de muchos factores.
La decisión del voto está en el cerebro humano. La clave de aquello que ocurre en el cerebro cuando toma sus decisiones con respecto al voto se encuentra en la psicología política, que es la disciplina que estudia la toma de decisiones políticas y que surge en una zona de confluencia entre la psicología y otras ciencias humanas y sociales. Es esencial porque permite entender no sólo la psicología del votante (cuándo, por qué y cómo decide su voto), sino también la del político.

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Se trata, por tanto, de un proceso en el que intervienen diferentes factores (ideología, ambiente, etc.) pero tamizados por el cerebro del votante y sus dinámicas psicológicas y psicosociales. Y se trata, además, de un proceso que no se produce exclusivamente en las campañas electorales, sino que se juega constantemente.
La percepción es una forma de representar la realidad y depende de las capacidades perceptivas, de la personalidad, de las ideas, de las situaciones y de las emociones que se estén viviendo, entre otros factores. Por tanto, no percibimos los hechos propiamente dichos, sino versiones de los hechos. Apoyándome en la tesis de Nietzsche: «No hay hechos, hay interpretaciones».

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En la política lo que impulsa las opiniones y las decisiones de los ciudadanos no es la realidad misma, sino la percepción que se ha formado de ella. Por tanto, lo que más importa es la percepción, y es ahí donde debe actuar la comunicación política de los partidos, y no sólo en período electoral.
Pero la percepción de un hecho no es siempre la misma. El cerebro guarda las percepciones, pero lo que archiva es una versión editada de las mismas, de tal manera que cuando un tiempo después recuerda el hecho por primera vez, lo que trae a su mente es la versión editada de la percepción, es decir, el recuerdo de su recuerdo.
Tras ese razonamiento, cabe afirmar que la memoria política también es una recreación, y parte de la acción política debe estar destinada a facilitar la construcción de la memoria política por parte del electorado mediante un relato que se mantenga siempre vivo.
Los seres humanos tenemos tres cerebros en uno. En orden evolutivo son: el reptilario (supervivencia inmediata), el límbico (emociones) y el neocórtex (razonamiento). Estos tres cerebros operan a la vez, y muchas veces desafiando entre sí.

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Todavía en muchas campañas electorales se trabaja como si sólo existiera el cerebro típicamente humano, y sólo producen mensajes racionales, lógicos y argumentativos. Sin embargo, el votante castiga la frialdad intelectual y se deja guiar por la emoción.
El votante es un ser humano y, como tal, reacciona subjetivamente ante el político. Y esas emociones que siente ante cada político son vitales a la hora de decidir el voto. Pero la cantidad de emociones que puede sentir el votante ante un político no es infinita, sino que son las emociones básicas que cualquier persona puede sentir, porque están presentes en todas las culturas, y que el científico Paul Ekman ha identificado. Son siete:

  • Tristeza
  • Felicidad
  • Ira
  • Desprecio
  • Sorpresa
  • Repugnancia
  • Miedo
    En una campaña electoral, los candidatos pueden transmitir cualquiera de estas emociones, y los votantes pueden también sentirlas. Por tanto las campañas electorales también tratan de emociones, y la psicología política brinda la oportunidad de aplicar sus conocimientos para mejorar todos los aspectos, sobre todo aquellos referidos a la comunicación, la persuasión y el liderazgo.
    El peso de lo emocional por sobre lo racional: Recordemos el primer debate televisado en la historia de Estados Unidos que fue clave para las elecciones de ese país, y se llevó a cabo entre Richard Nixon y John F. Kennedy en 1963.
    El primero no quiso maquillarse, vistió un triste traje gris y perdió. JFK cuidó su imagen a conciencia, tomó sol para lucir bronceado y ganó.
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  • Fueron cuatro capítulos que tuvieron como claro ganador al candidato demócrata. El debate fue transmitido por radio y televisión. El público que lo escuchó a través de la radio advirtió que Nixon dio argumentos mucho más racionales y entendió que éste ganó el debate, ese fue mayoritariamente el veredicto, pero la gente que lo visualizó por televisión, vio a Kennedy que estaba descansando, vestía un traje impecable, mientras que a Nixon se lo podía ver cansado, despeinado, sudoroso, que lo hizo parecer enfermo. La audiencia, futuros votantes, que observaron el debate por televisión, dio por ganador a JFK, es decir, ambos escucharon los mismos argumentos de cada uno de los candidatos, un sector solamente escuchó los argumentos racionales a través de la radio, fue aquí donde Nixon ganó claramente, pero en el contexto del aspecto estético, teniendo en cuenta que de racional no hay mucho y es simplemente lo que transmite el sujeto emocionalmente, ahí es donde Kennedy se impone en las encuestas.

  • Atento las últimas elecciones en Argentina, en el debate presidencial entre los candidatos Sergio Massa y Javier Milei, que se llevó a cabo el domingo 12 de noviembre de 2023, para los politólogos, periodistas y todo el Establishment comunicacional, Massa lo había ganado ampliamente, sin embargo para la opinión pública, Milei era quien había salido victorioso. Por tanto, el Establishment periodístico y comunicacional creyó que ganó Massa, sin embargo el gran público vio lo opuesto. Incluso el propio Sergio Massa creyó que había derrotando a Milei. Sin embargo para el público masivo Massa fue un prepotente, un agente de casta, etc. Y Javier Milei, un candidato tratando de resistir la agresión de un político profesional, entonces la gente se sintió identificada por Milei.
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  • A modo de resumen cito a continuación un párrafo del libro «La revolución que no vieron venir» biografía de Javier Milei, presidente de Argentina, escrito por el abogado, conferencista y prestigioso escritor Dr. Nicolás Márquez y por el periodista Marcelo Duclos, quienes lograron una perfecta combinación entre lo conceptual y lo biográfico. Manifiesta el autor Nicolás Márquez «En estos días, me llegó un escueto informe personal, elaborado por una central de inteligencia que resumía las consecuencias del debate en los siguientes términos: La sensación de la gente, en su mayoría, es que vio a Massa como un actor tratando de simular o de esconder mentiras. A Massa lo ven como un gran vendedor. Un falso. A Milei lo ven más sincero y buena persona.
    En conclusión, lo que fue un trastabillar de Javier Milei en el plano de lo aparente, terminó siendo una notable jugada de ajedrez, cuyo amague se comieron la prensa local e internacional, el círculo rojo, el mismísimo Sergio Massa y los propios acólitos de Milei: ¡No la vimos!«
    En resumidas palabras aquí explica, de esta manera, el triunfo electoral de Javier Milei en Argentina.
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