La relación de la política en la actualidad, con la Justicia ha cambiado la forma de percibir donde están los límites ya que estamos viviendo un momento donde no se sabe muy bien si las autoridades están de acuerdo con el sistema republicano cuya característica es la independencia del Poder Judicial, que está sometido a embates desde hace un tiempo. La gente, azorada, no entiende si forma parte de un conjunto de medidas coherentes vinculadas al sistema de gobierno o no.
Uno se pregunta cómo se echa a un legislador de su cargo o qué pasa con los fueros, cuando se adelanta elecciones, dónde va el voto en blanco, qué pasa con el mito del voto cantado. Siempre hay una convicción de que la educación nos libera del fanatismo, que es una característica de época.
Los fallos de la justicia son tomados de acuerdo a la vara que el político necesita sin respetar esa independencia de poderes que es clave para un sistema republicano. Cuando hay una condena a un funcionario público, hay que aceptar el fallo.
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La población debe tener cuidado y control de lo que hacen los gobernantes, porque alguien tiene que estar al frente del país, pero también debe contar con una sociedad atenta a lo que hacen. Siempre hay que desconfiar y mirar de reojo a los gobernantes. Están allí no porque nosotros tengamos pasión por ellos, sino porque no queda otra; las sociedades no se pueden autogobernar, y es necesario que alguien gobierne. Nosotros tenemos que tener la capacidad de controlar y saber qué pueden hacer y qué no. Para eso se necesita Educación cívica.
