El PSOE ya no tiene cloacas: tiene un pozo séptico institucional y Sánchez agita la pala
Lo que ocurre en España no es una sucesión de escándalos. Es un sistema.
Y lo peor: uno que parece diseñado, ejecutado y perpetuado desde lo más alto del poder. Las revelaciones sobre los audios de Leire Díez, los movimientos encubiertos de los fontaneros del PSOE, los manejos de Koldo García, las sospechas sobre Begoña Gómez, el asesor del hermano del presidente, o el puesto regalado a David Sánchez no son anécdotas:
Son las baldosas de una autopista hacia el cinismo absoluto.
Los audios filtrados en mayo de 2025 no dejan lugar a dudas.
Leire Díez ofrece al empresario Alejandro Hamlyn la posibilidad de pactar con la Fiscalía a cambio de información sucia contra la Guardia Civil, en concreto contra la UCO. ¿Por qué? Porque la UCO tuvo la osadía de investigar a la esposa, al hermano y al círculo íntimo del presidente del Gobierno.
“Yo te puedo sentar con la Fiscalía”, dice Díez, con una naturalidad que hiela la sangre.
Ya no es una ciudadana. Es una operadora política encubierta, una emisaria de la cloaca de Moncloa, la cara visible de una trama oscura con aroma a mafia y despacho alfombrado.
Y lo más grave: según desvela El Confidencial, la orden de iniciar esta operación salió del propio Pedro Sánchez.
“El gran jefe ha pegado un puñetazo en la mesa… se llama Pedro y se apellida Sánchez”,
sentenció Pérez Dolset, otro de los implicados, en una de las grabaciones.
¿Aún hay dudas sobre quién mueve los hilos?
En esa misma trama aparecen los habituales:
Santos Cerdán, Jacobo Teijelo, Víctor de Aldama, Koldo García, Javier Pérez Dolset. Un equipo de demolición perfectamente engrasado, en una operación que buscaba apartar a Antonio Balas (UCO) y al fiscal José Grinda, por el delito de hacer su trabajo.

Una cloaca de Estado, blindada y en silencio
Mientras el país asiste atónito a este escándalo sin precedentes, el PSOE responde con el manual del encubrimiento:
«Leire solo es una militante sin funciones».
Un expediente informativo de atrezzo. Unas declaraciones tibias. Y silencio.
Silencio sobre el hermano del presidente, David Sánchez, colocado en la Diputación de Badajoz, sin pisarla, viviendo en Portugal, acumulando un patrimonio sospechoso.
Silencio sobre su asesor personal, también investigado.
Silencio sobre las primas de Ábalos enchufadas en entes públicos.
Y sí, silencio sobre las prostitutas del Parador de Teruel, donde el ministro, el presidente de Aragón (Lambán), Pilar Alegría, Koldo y compañía compartieron techo, cama y fiesta, todo a cuenta del contribuyente, según destapó OKDIARIO.
Al Capone cayó por evasión de impuestos.
En España, los “capos” del PSOE ni por corrupción, ni por tráfico de influencias, ni por malversación.
Es más: algunos acaban ascendidos, otros aforados, y unos pocos, directamente premiados con una portavocía ministerial.
De seguir así, pronto veremos en la Complutense una nueva cátedra:
«Máster en Evasión, Manipulación y Control de la Fiscalía»,
con Begoña Gómez de decana, Ábalos como profesor visitante, y Koldo como jefe de prácticas.
¿Y la oposición?
Feijóo calcula. Abascal contesta. Ninguno lidera.
Mientras la Guardia Civil es perseguida, los jueces señalados, y los medios independientes tildados de bulosfera,
¿qué hacen los líderes de la oposición?
Nada.
Ni rueda de prensa conjunta. Ni estrategia común. Ni moción de censura.
Solo declaraciones sueltas, frases tibias, y alguna indignación prefabricada para los telediarios.
Hoy, Feijóo y Abascal deberían estar sentados juntos, frente a frente con los españoles, trazando una respuesta de Estado a lo que ya es un golpe blando contra la democracia.
Pero están en sus despachos, mirando encuestas y afinando titulares, mientras el país se hunde en el barro que otros han cavado con palas institucionales.
España no necesita más tuits.
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Este no es un escándalo más.
Es la constatación de que en España se ha institucionalizado la mafia.
Pedro Sánchez no dirige un gobierno: orquesta un sistema de protección, reparto, encubrimiento y persecución.
La Moncloa ha dejado de ser sede del poder ejecutivo para convertirse en sala de mando de una cloaca política.
El PSOE ya no es un partido. Es una red de intereses, favores, chantajes y silencios.
Y la democracia española ya no resiste con leyes. Resiste con la valentía de quienes aún se atreven a contar lo que ocurre.
España no necesita más comisiones de investigación.
Necesita una intervención. Y la necesita ya.
Porque esto ya no es política.
Esto es mafia, institucionalizada y subvencionada.
Y el silencio cómplice también delinque.